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1.¿Cómo se contagia la faringitis?

La faringitis, al igual que el resfriado, se contagia a través de las pequeñas gotas de saliva que se expelen al hablar, toser o estornudar, aunque también hay factores que favorecen su aparición, como las condiciones de mayor agrupamiento familiar, la contaminación, los ambientes de humo de tabaco y también el ser fumador.

No hay cifras concretas de la incidencia de la faringitis en la población general por sus diversas formas de presentación, ya que la faringe también se ve afectada en los cuadros catarrales en los que, además de la afectación de la nariz con mucosidad acuosa y congestión nasal, aparece el dolor de garganta.

La faringitis es uno de los síntomas más frecuentes que se atienden en las consultas de Atención Primaria o en los Servicios de Urgencias, y en la mayor parte de los casos su origen es viral.

Su mayor incidencia tiene lugar en las estaciones de invierno y primavera, aunque puede darse incluso al principio del verano por la afectación del rinovirus u otros virus que producen infecciones respiratorias de vías altas.

El síntoma típico de la faringitis es el dolor de garganta, pero en función de su origen -vírico o bacteriano-, se puede acompañar de otros síntomas:

  • Origen vírico: además del dolor de garganta, aparece mucosidad o congestión nasal, tos, dolor de cabeza, ronquera, décimas de fiebre o dolores musculares
  • Origen bacteriano: es el caso de la faringoamigdalitis estreptocócica (anginas) y los síntomas suelen ser importantes. Se comienza con un cuadro brusco de fiebre alta, escalofríos, dolores musculares y de articulaciones, dolor de garganta, dificultad para tragar e inflamación al palpar el cuello (ganglios). Puede confundirse con gripe por la intensidad del cuadro clínico, pero, junto al enrojecimiento de la garganta, aparece una importante mucosidad blanquecina que cubre las amígdalas (placas de pus blancas) y que es menos frecuente en las faringoamigdalitis ocasionadas por virus.

Para determinar el tratamiento adecuado en cada caso, el médico debe realizar previamente un correcto diagnóstico en base a los síntomas clínicos y a los datos de exploración.

Para el tratamiento de la amigdalitis bacteriana estreptocócica se requiere antibiótico, con el objetivo de mejorar los síntomas, limitar el contagio y prevenir complicaciones como las anteriormente descritas.

En el caso de la faringoamigdalitis aguda, su tratamiento generalmente es sintomático, ya que la mayoría de las veces obedece a una causa viral, y tiene como objetivo aliviar los síntomas y acortar el curso de la enfermedad.